“Una tarde de verano, tendría 9 o 10 años, volvía de andar en bicicleta por mi cuadra.
En esa época, la puerta de calle estaba siempre abierta, no como hoy en día, que cerramos con doble llave a cualquier hora.
Tiré la bici en el patio y me detuve en la puerta, recuerdo que mi vieja solía poner esas cortinas de plástico en tiras, multicolores, anchas, que me encantaba enrollarlas hasta arriba y dejarlas caer.
“Dejá de hacer eso que me entran las moscas!!”
Siempre me gritaban, pero esa tarde, mi vieja no estaba.
Cuando somos chicos, cualquier situación que no es común, es una situación extraña o desconfiante.
Un verdadero momento de suspenso digno de una película de James Bond.
Así que largue el rollo de cortina y entré despacio, casi en puntas de pie.
Miré en la cocina, solo desde la puerta, inclinando medio cuerpo hacia dentro, agazapada, cual soldado en plena misión, continué de la misma manera verificando los dormitorios y el baño.
No sin antes tirar un pedazo de pan al gato para que no me delatara hablándole.
Por que mi gato, te hablaba!, no maullaba, parecía un loro, te conversaba!, una divinura.
Parecía que no había nadie, pero si había.
Cuando ya me disponía a prender la tele, escucho a alguien sollozar.
Los lloriqueos venían del fondo.
Fui corriendo pensando que era mi mamá, y no.
Era mi papá.
“Estas llorando pa?!”
“Noooo, que va!!, estas loca?, llorar… no estabas con la bicicleta?, y tu mamá?”
Se levantó y se fue, nervioso, era obvio que se sintió ridículo ante mi descubrimiento.
Y pasó.
Pero al crecer, me fui dando cuenta de que mi padre siempre fue infeliz, y que su matrimonio, el cual solo era perfecto para los demás, fue una cárcel para el, y sufría por eso.
Hubiese sido mucho mejor para mi siquis, que mis padres se hubieran separado.
Sufrí mucho saber que mi padre era un desdichado en su pareja.
Por eso ayer domingo, al conversar con mis hijos, les hablé de lo importante que es ante todo, ser claros y honestos en nuestras acciones.
De que serviría aparentar algo que no existe, solo para mantener una clásica escenografía familiar.
“Ustedes son lo más importante en mi vida, por eso, quiero estar bien conmigo misma, para poder brindarles mejor calidad de vida, de amor, de comunicación”
En mi casa era todo una puesta en escena, y se notaba!.
Aunque intentaran mostrar lo contrario.
Por que ahí es en donde falla una matrimonio que intenta mostrarse unido.
En las pequeñas cosas.
Van juntos a un casamiento y se toman de la mano y ríen, o se besan en la noche de navidad cuando dan las 12 deseándose felicidad.
Pero nunca van juntos al mercado, o se sientan a tomar mate en la puerta, o ven una película solos, o simplemente se abrazan al paso, o se dan un piquito un miércoles a las 19hs, mientras ella cocina y el aprovecha la propaganda del noticiero para ir al baño.
Eso me dolía mucho, ver que mis padres me mentían.
Por eso no quiero que mis hijos sientan lo mismo, seguramente hoy sufren, pero al menos soy honesta con ellos.
Eso es algo que a lo mejor hoy no comprenden, pero mañana o pasado lo entenderán, y les hará bien, y sanará sus penas de hoy.
La vida no es fácil, pero hay que vivirla de frente”
lunes, 9 de noviembre de 2009
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