“Cuando entré a la fiesta, sentí un leve escalofrío en el cuerpo.
Pensé que era por que me indispuse, (otra vez se me adelantó).
Pero no.
Lo reconocí casi instantáneamente, estaba sentado solo, en la mesa número 5.
Era el.
Más viejo, más flaco, pero con la misma elegancia de siempre.
El también me reconoció.
Nos miramos, y mi alma volvió al pasado.
martes, 17 de noviembre de 2009
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